La Libertad
Si no existiera la libertad, la humanidad nunca tendría
conciencia de realización; podría ocurrir que una dominación absoluta de la
voluntad individual nos llevara a sentirnos no como humanos, sino como
“títeres” de Dios, o de quien viniera esta represión; sería causante, por lo
tanto, de tremenda infelicidad.
Han sido innumerables las guerras que se han suscitado a
través de la historia, por rebeliones contra la supresión de libertad, llámese
política, social o moral. Los excesos a
que llegan muchos provienen de la rebeldía que experimentan cuando sienten
coartada su libertad.
La expresión negativa de la libertad es el libertinaje, o
sea, un mal entendido concepto de libertad, que consiste en creer que ser libre
es abusar hasta el máximo de sí mismo o de los demás.
En mi concepto, ser libre significa tener la firmeza de actuar de acuerdo con las
propias ideas; saber aprovechar la oportunidad de realizarse; estar siempre en
paz consigo mismo y con los demás. Ser
libre es, ante todo, no ser esclavo, ni aún de nuestras ambiciones ni de
nuestros deseos.
Lo de que el hombre no es libre porque todos sus actos
están determinados por la sociedad, no es del todo verdadero. Opino que más bien somos nosotros quienes nos
condicionamos a la sociedad. Es evidente
que para vivir en comunidad (a lo que por naturaleza tendemos) debe respetarse
las normas que dicte esa comunidad. Pero
no hay necesidad de perder individualidad por el hecho de llevar una vida
acorde con la sociedad a la que se pertenezca.
Ocurre que el hombre, por otra parte, no aprecia la
libertad en todo su valor, ya que constantemente busca encadenarse a todo
género de cosas materiales, a prejuicios, a situaciones que él mismo se crea,
etc.
Og Mandino describe este fenómeno en “El Milagro más Grande
del Mundo”, de esta manera: “Si estamos
encerrados en una prisión de fracasos y auto compasión, nosotros somos los
únicos carceleros; nosotros tenemos la única llave para nuestra libertad”.
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