miércoles, 12 de diciembre de 2012

COMO UN PAPEL ARRUGADO...




Cuando era niño, mi carácter impulsivo me hacia reventar en cólera a la menor provocación; la mayoría de las veces, después de uno de éstos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.  

Un día mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo:  -¡Estrújalo!  Asombrado obedecí e hice con él una bolita.  

Ahora -volvió a decirme- déjalo como estaba antes. 

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba;  por más que traté el papel quedó lleno de pliegues y arrugas. 

El corazón de las personas -me dijo- es como ese papel... La impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues. 

Así aprendí a ser más comprensivo y paciente.  Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.  

La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar, más,   cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras. Luego queremos enmendar el error, pero ya es tarde… 

Alguien dijo alguna vez:  “Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio” .  Por impulso, no nos controlamos, y sin pensar, arrojamos en la cara del otro palabras llenas de odio o rencor y luego cuando pensamos en ello nos arrepentimos.  Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado en el otro. 

Muchas personas dicen: “Aunque le duela se lo voy a decir” o, “La verdad siempre duele” o,  “No le gustó porque le dije la verdad” 

Si sabemos que algo va a doler, a lastimar;  si por un instante imaginamos cómo podríamos sentirnos nosotros si alguien nos hablara o actuará así... ¿Lo haríamos? 

Otras personas dicen ser frontales y de esa forma se justifican al lastimar:  “Se lo dije al fin” o,  ¿Para qué le voy a mentir?” o,  “Yo siempre digo la verdad aunque duela” 

Qué distinto sería todo si pensáramos antes de actuar, si frente a nosotros estuviéramos sólo nosotros y todo lo que sale de nosotros lo recibiéramos nosotros mismos.  ¿No? 

Entonces sí nos esforzaríamos por dar lo mejor y por analizar la calidad de lo que vamos a entregar. 

¡Aprendamos a ser comprensivos y pacientes!  ¡Pensemos antes de hablar y de actuar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario